Aquel sueño de mi abuelo QEPD
Don Sotero no sabía cómo
había llegado hasta ese punto. Sólo sabía que era un largo camino el que había
recorrido y que su cansancio se podía sentir hasta en el último de sus
cabellos. Sus pies eran un par de pesadas losas, pero no se permitía
arrastrarlos. Mientras pudiera caminar, jamás arrastraría los pies. Al hacerse
consciente de ese pensamiento se sobresaltó. ¿Yo caminando normalmente? ¿Con ambas
piernas? Era increíble considerando que hasta hace poco le faltaba una pierna.
El recuerdo lo sumergía en la depresión de nuevo. Lo pensó un instante y llegó
a la rápida conclusión de que no comprendía aquella situación y recordaba como un
sueño lejano su diabetes y su depresión. Ahora lo que importaba era lo que
estaba frente a él.
El camino hasta entonces
podría haberse considerado como neutral, un andador rural de tierra, con poca
vegetación a ambos lados. Frente a él, una bifurcación. A su derecha, un
paisaje hermoso, con unos pastizales dorados que refulgían con el sol del
atardecer y a lo lejos, una vegetación llena de vida y un cielo despejado
completamente azul que cortaba el horizonte. A su izquierda, un camino desierto
con un cielo gris, y la pesadez de esa atmósfera lo alcanzaba hasta donde se
encontraba. Sin embargo, lo que más destacaba de aquella escena, era el hombre con
paso lento, encorvado y arrastrando los pies, como si sostuviera el peso del
mundo sobre sus hombros. Se trataba de su amigo Ernesto, del que hacía tiempo que
no tenía noticias. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Su amigo había estado muy
enfermo al igual que él.
Se encontraba tratando de
acomodar sus ideas como un rompecabezas, intentando absorber la información que
le llegaba como imágenes desestructuradas y sin sentido. De pronto escuchó una
voz retumbante, que parecía cortar los cielos con las siguientes palabras: “El
escogió el camino equivocado.” De nuevo, pudo sentir como los vellos de su nuca
se erizaban y lo recorría una súbita sensación de vértigo. Decidido, comenzó a
recorrer el camino de los pastizales con paso seguro y firme. A lo lejos
comienza a escuchar un timbre, cada vez más cerca. Es el teléfono. Don Sotero despierta
y escucha a su esposa hablando por teléfono. Al finalizar le informa que su
amigo Ernesto había muerto. Después de varios días de estarse dejando morir.
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